El debate sobre el consumo de carne y el modelo ganadero lleva años sobre la mesa, pero es ahora cuando está cobrando mayor relevancia con un amplio sector de la población que se plantea si la ganadería industrial es compatible con la lucha frente al cambio climático, con la escasez de recursos hídricos o con unos pueblos vivos.
El consumo global de carne se ha duplicado en los últimos veinte años hasta alcanzar las 320 millones de toneladas en 2018. Lejos de bajar la producción y, a pesar de su contribución a la crisis climática y ecológica demostrada con creces, una investigación de Amigos de la Tierra señala que su consumo crecerá un 13 % en 2028.
Los últimos datos revelan que el 37 % de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial provienen del sistema agroalimentario y, de éstas, el 57 % de las emisiones las ocasiona la industria cárnica.
La investigación ahonda en las cifras de deforestación y el uso de la tierra, con un 70 % de las tierras agrícolas empleadas para alimentar al ganado, en concreto con un 40 % de tierras a nivel mundial destinadas a la producción de pienso.
España es el tercer productor de porcino industrial a nivel mundial, con el 22 % del censo de la UE, y envía a China el 75 % de sus exportaciones extracomunitarias. Según la tendencia, esto supondrá un aumento de exportaciones, y serán los habitantes de los municipios afectados por las explotaciones de ganadería industrial quienes tendrán que lidiar con la contaminación, así como con la escasez de agua, impactos que también irán en aumento, algo inasumible en un contexto de desertificación y sequía acuciante en países como España.
La ciudadanía cada vez está más preocupada por el modo en el que nos alimentamos y por el impacto ecológico que conlleva; sin embargo las personas consumidoras cuentan con muy poca información para poder tomar decisiones fundamentadas. No es de extrañar, puesto que la industria cárnica es un negocio muy rentable (y opaco), cuyo enorme poder se concentra en pocas manos. En España, cinco empresas (la aragonesa Grupo Jorge, Valls Companys, Càrniques Juià, Cañigueral y El Pozo) controlan el 42 % del total de la carne producida.
Es indispensable reducir la producción y el consumo de carne, y apostar por la ganadería extensiva, preferiblemente agroecológica (que es nuestra apuesta en PACCAS): una ganadería sostenible y ética, que resguarda la biodiversidad y es más saludable para las personas y el planeta.