"Todas las personas somos capaces de poner y de reconocer la “cara de asco”: nariz arrugada, elevación del labio superior, descenso de los ángulos de la boca, fruncimiento del ceño, vocalización característica… Y se acompaña de una sensación interna de fuerte desagrado y disgusto hacia sustancias y objetos como determinados alimentos, excrementos, materiales orgánicos pútridos o sus olores, que nos produce la necesidad de expulsar violentamente el contenido del estómago a través de la boca."
"Asco, y también pena y rabia, es lo que la mayoría de las personas sentimos al pensar en los animales hacinados y mal-tratados en las explotaciones de ganadería industrial".
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