Los países del norte de Europa han quitado el pie del acelerador en un afán por eliminar los antibióticos y por la creciente "aversión del consumidor a pollos amorfos y flácidos", a esas "máquinas (sic) de transformar pienso en proteína animal” como los denomina la industria cárnica. En cada metro cuadrado de una explotación avícola industrial caben hasta 12 pollos en su peso máximo al final del ciclo.
"En España son pocas las empresas que abren sus puertas a las visitas por miedo a que lo que observen los consumidores no sean los animales correteando por el campo que suelen ilustrar páginas web e informes. Es un efecto que ha sido estimulado por el hermetismo clásico del sector".
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