Este documental
propició que muchas personas estuvieran hablando de la obsolescencia
programada durante semanas.
Entre sus aciertos, la perspectiva
histórica, el enfoque social y ecológico y el enorme trabajo de
investigación que tiene detrás. Además, la banda sonora y la maravillosa
voz en off hacen que verlo sea un ejercicio de concienciación
muy placentero.
La directora Cosima Dannoritzer ha seguido trabajando en
el tema de la producción y los residuos y cómo influyen en la sociedad,
con otros dos documentales muy recomendables: La tragedia electrónica (2014) y Ladrones de tiempo (2018).
Vía ConsumoQueSuma