"Los organismos que ponen las etiquetas están empezando a darse cuenta de que sus controles son insuficientes e hipócritas. No solo por la mano de obra: los sindicatos calculan que hay entre 80.000 y 100.000 jornaleros, un tercio de ellos indocumentados, y que el 40% de sus sueldos (unos 50 millones de euros) se queda en la economía sumergida. Sino también porque un producto que se considera respetuoso con el medio ambiente se cultiva en una provincia con déficit crónico de agua".
"La agricultura orgánica ya es también agricultura intensiva, antiecológica y corrosiva. Ser consumidor es cada vez una tarea más exigente, pero también nuestra obligación".
Lee aquí el artículo completo
No hay comentarios:
Publicar un comentario